Lleva media vida profesional dedicada a los seguros -abrió Matojoma en el año 88 y cuenta actualmente con seis trabajadores- pero desde hace muchos años está interesado en el mundo de la seguridad -se sacó el título de Instructor Policial en 1996 y también el de vigilante- aunque hasta ahora estaba más enfocado en las clases de defensa personal, que imparte desde 2009 a través de la Escuela HKF, que abrió en 2009 en Ribadeume.
Ahora su reto es empezar a conseguir clientes para iniciar el trabajo, que prevé focalizar en la vigilancia, ofreciendo desde un servicio en un supermercado a hacerlo en eventos de todo tipo y partidos de fútbol de Primera División, y la venta e instalación de equipos de alarmas, pero seguros. «Ahora se venden alarmas como antes se vendían los móviles, vía radio, sin instalación, que cualquiera con ciertos conocimientos puede inhibir. Es una falsa sensación de seguridad y nosotros lo que queremos vender es seguridad real», dice el pontés, quien indica que el siguiente paso es llegar a un acuerdo con una central de alarmas, para lo que ya está estudiando propuestas.
En el plano de la vigilancia, una de sus ideas es, además de ofrecer el servicio, montar un centro de formación en seguridad para vigilantes, tanto para instruir a nuevos como para hacer cursos de reciclaje con los que ya trabajan en el sector. «Lo que nos interesa es el vigilante que tiene vocación, tanto hombres como mujeres que se quieran dedicar a esto, que se involucren», indica y matiza que dependiendo del tipo de servicios que presten pueden llevar o no arma. «Lo más importante es que los vigilantes estén en constante formación, la seguridad está en evolución, los cacos cada vez actúan de una forma diferente y hay que estar preparados», precisa.
El Progreso
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