El brazo inversor de la Unión Europea, el Banco Europeo de Inversiones (BEI), presentó hace escasos días un estudio, junto con la Alianza Solar Internacional y la Unión Africana, sobre el potencial del hidrógeno verde en África. En dicho informe se resaltó la capacidad de Marruecos para aprovechar su potencial de energía solar y producir el gas limpio por el que tanto apuesta Bruselas. Un territorio, el reino alauita, que es hoy uno de los principales competidores que tiene nuestro país en la carrera por producir lo que está llamado a ser la energía del futuro.

Moncloa insiste en que Marruecos no es una amenaza ni un competidor directo en el despliegue del hidrógeno verde en España. No obstante, el territorio que dirige Mohamed VI reúne las dos condiciones clave para albergar gas verde: mucho sol y mucho espacio. Unos requisitos que también cumple nuestro país y que mantiene al Gobierno distante del interés que ahora muestra Bruselas por Marruecos con respecto al desarrollo del gas limpio. «Nosotros contamos con un mejor ecosistema, además de los fondos europeos», apuntan fuentes gubernamentales.

Desde Europa ven en el continente africano un socio estratégico para garantizar el acceso a una energía limpia y sostenible en el continente y convertirse en un actor energético mundial gracias a las exportaciones de hidrógeno verde. «Aprovechar la energía solar de África para producir 50 millones de toneladas de hidrógeno verde al año de aquí a 2035 puede contribuir a garantizar el suministro energético mundial, crear empleo, descarbonizar la industria pesada, mejorar la competitividad global y transformar el acceso al agua potable y a la energía sostenible», apuntan.

El informe Africa’s Extraordinary Green Hydrogen Potential (‘El extraordinario potencial del hidrógeno verde en África’) representa el primer estudio detallado sobre la viabilidad del desarrollo del hidrógeno verde en todo el continente. Además, el nuevo estudio combina el análisis de las oportunidades de inversión centrado en tres polos: Mauritania-Marruecos, África meridional y Egipto, con una hoja de ruta de soluciones técnicas, económicas, medioambientales y financieras para desbloquear el desarrollo comercial. «El Banco Europeo de Inversiones colabora con socios de África y de todo el mundo para aprovechar su potencial de energías renovables y producir hidrógeno verde de bajo coste a gran escala«, asegura un actor involucrado en el despegue del plan.

El informe asegura que «la producción y transmisión de hidrógeno verde puede suponer una inversión de un billón de euros y un aumento masivo correlativo del PIB, creando cientos de miles de puestos de trabajo permanentes y cualificados en toda África». Con este movimiento, Europa parece que vuelve a hacer descansar parte de su futura estrategia energética en países cuya calidad democrática es deficiente.

No es la primera vez que las ayudas, o la inversión, de la Unión Europea hacia Marruecos perjudican los intereses económicos y comerciales de España. Así, se conoció que el reino alauita hace unas semanas aprovechó, a través del Programa Verde de la UE -que está dotado con hasta 115 millones de euros– invertir en la plantación de 600.000 olivos, que les permitirá ganar volumen de producción y también competir contra la aceituna española.

España no solo tiene un protagonismo indirecto con la participación del banco de inversiones de la UE sino también con el interés también de HyDeal, una joint venture de desarrollo solar, transporte de gas, acero y fertilizantes, que construye el mayor centro integrado de hidrógeno verde de Europa. Algunas de las empresas que lo componen son las compañías españolas ArcelorMittal o Enagás.

Con el paso de los meses, la apuesta diplomática por Marruecos frente a Argelia por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, va adquiriendo tintes cada vez más económicos. Desde España han demostrado, por medio de sus hasta seis regasificadoras, que se puede evitar la dependencia del gas argelino a través de los metaneros cargados de GNL (gas natural líquido) procedente de otros territorios. Un escenario que ha convertido al reino alauí no solo en su socio preferente en materia de seguridad en el Norte de África, sino también en un aliado económico. Sin embargo, esa cooperación esconde también una pugna por liderar el control del hidrógeno verde.

La principal función del BEI es conceder financiación para proyectos que contribuyan a lograr los objetivos de la UE, tanto dentro como fuera de ella. Para ello, sigue tres ejes fundamentales. Por un lado, impulsa el potencial de crecimiento y empleo de Europa, apoya las medidas para mitigar el cambio climático y, por último, fomenta las políticas de la UE en otros países. Los 27 estados miembros de la UE son socios del BEI. La participación de cada territorio en el capital del banco está en función del peso del PIB que tenían en la UE cuando decidieron entrar en la organización. Nuestro país contribuye con el 9,66% del capital.

 

Fuente: https://theobjective.com/