Tras más de treinta años escribiendo en Amigos de As Pontes y para A Nova Unión y después de haber expresado allí tantas inquietudes, aspiraciones, enfados y frustraciones, tengo la sensación de que, con el tiempo, incluso lo inolvidable se olvida y al envejecer- que no es más que vivir-nos vamos dejando atrás un poco a nosotros mismos.

Y es que hoy, además, veo en muchos de aquellos textos demasiada urgencia-inútil a veces- y muchas e inaplazables decisiones y peligros inminentes naufragados, al final, los más.

No obstante, pese a ese largo pasado-cada vez más difuso -no hay pretexto ni razón que pueda quitarme la ilusión de un presente que, al fin y a la postre, es y significa en sí mismo la vida. Un presente que fue siempre para mí, y cada día, un papel en blanco. Unas veces, las más, para organizar necesidades y construir con frenética determinación los espacios que acogerían y acogieron la vida de muchos de mis vecinos. Pero también, en ocasiones, para reflexionar sobre nuestra realidad urgiendo una u otra idea necesaria.

Y hoy esa idea necesaria-y urgente- es sin ninguna duda en As Pontes la de la protección y reutilización de algo tan extraordinariamente importante -en sí mismo y para el futuro de todos-como el Parque de Carbones.

Se le atribuye a Víctor Hugo la frase «Nada es más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo.».

Y en As Pontes a nuestro Parque de Carbones le ha llegado, en este 2025, su tiempo para un uso alternativo. Un uso alternativo que o es ahora, o ya no será. Algo muy distinto a lo ocurrido con la Chimenea.

Para mí, y creo que para la mayoría, en el caso de la Chimenea el motivo para su protección fue inicialmente un sentimiento. Era aquella construcción algo singular que nos distinguía, que no se podía obviar, que había estado ahí acompañando la vida de todos desde siempre formando parte ya, y sin haberlo pretendido, de la simbología compartida en As Pontes. Luego, surgida la amenaza de su destrucción, fui percibiendo la importancia tecnológica y simbólica a un nivel superior, incluso nacional. Y ya en última instancia podía preocuparme su posible uso futuro.

Con el Parque de Carbones la cuestión es distinta. En este edificio, sobre todo para un arquitecto, resulta fácil de percibir su importancia estructural y para cualquiera es obvia su impresionante magnitud. Pero, al contrario que la Chimenea, no constituye un símbolo asumido.

No obstante, esa prisa antisocial y anticultural por destruir que algunos mostraron hizo que comenzase a reflexionar más profundamente sobre el asunto.

De lo primero que hay que hablar es sin duda de la administración pública, no ya de la municipal que ya sabemos lo que hay- o hubo- pero sí de la autonómica que es a la que corresponde la responsabilidad de proteger el patrimonio de todos.

El Parque de Carbones tiene 160 metros de luz libre y una superficie cubierta de 94.720 metros cuadrados. Su estructura es, además de excepcional por su tamaño, también por su diseño y representa el segundo espacio cubierto diáfano más grande del mundo tan solo por detrás del hangar de Airbus en Jean-Luc Lagardère (Francia) con 122,500 m².

Pues bien, en España el espacio cubierto diáfano más grande es el pabellón industrial de FESA, ubicado en Baracaldo (Vizcaya) con unas dimensiones de 73 x 81 metros, (5.913 m2) que curiosamente está catalogado como monumento industrial por el gobierno vasco. Es evidente que en relación al Parque de Carbones -con un tamaño casi veinte veces superior y doble luz libre-resulta este pabellón un espacio minúsculo. Pero aun así lo han protegido.

La comparación de los datos es de por sí misma clarificadora y no necesita de comentarios, ni tampoco el hecho de su catalogación por un gobierno autonómico que también tiene protegido uno de los altos hornos de Vizcaya. Pero los comportamientos de unos y otros sí merecen comentarse.

Efectivamente, fue la administración autonómica gallega la que inició el procedimiento de catalogación de la Chimenea. Era lo esperable y su obligación. Pero es obvio que sin demasiadas ganas.
Del Parque de Carbones de momento ni hablan.

¿Qué está pasando entonces? ¿Cuál es el papel aquí de nuestra Conselleria de Cultura? ¿O es que en este país solo se protegen los hórreos?

Y ya en otro ámbito del asunto vamos a hablar de ese fraude que está siendo lo de la transición justa porque ¿Qué transición podría ser más justa que la rehabilitación de los edificios que innecesariamente nos obligan a cerrar?

Rehabilitar el Parque de Carbones, es cierto, implicaría una inversión de unos cuatrocientos millones de euros, pero también es verdad que crearía unos setecientos puestos de trabajo directos y significaría al tiempo la potenciación del Lago como atractivo turístico. Por supuesto, si se lo planifica y se le dota de embarcaderos y de los servicios adecuados que es lo que hace mucho tiempo deberían de estar haciendo Xunta y ayuntamiento en lugar de haber puesto-como hicieron ambas instituciones-dos ridículas piedras con sendas placas separadas cien metros “inaugurando” el Lago, una con el nombre de Feijoo y otra con el de Valentín. Vergonzoso y lamentable a la vez.

¿A qué estás esperando pues Valentín para hablar ya con el presidente de la Xunta sobre un asunto como el de las infraestructuras industriales de As Pontes que va mucho más allá de los intereses del municipio? Y también por supuesto -para que nos mande el dinero- con ese Pedro Sánchez por cuya presencia en As Pontes lloraste en el Alovi.

¿O no merecen tus lágrimas la destrucción puramente política de nuestra industria y de nuestras impresionantes infraestructuras industriales que tu mismo estas amparando y el hecho dramático de que los fondos del cierre de la central en As Pontes estén sirviendo únicamente para pintar la rotopala y montar en La Coruña una planta de hidrógeno?

Si allí en La Coruña les cerrasen la refinería, a ti y a As Pontes, no es que no nos mandaran dinero, sino que no nos mandaban ni un wasap. ¿O alguien piensa lo contrario?

Y es que, además, lo que pretendemos y pedimos aquí no tiene nada de utópico, otros lo hicieron ya antes.
A unos sesenta kilómetros al sur de Berlín en la localidad de Brand Briesen existía una base militar nazi que en 1996 fue utilizada por la empresa Cargolifter para construir un hangar de 70.000 metros cuadrados de superficie y 107 metros de altura con objeto de albergar lo que sería el futuro dirigible más grande del mundo: el CL 160.

En el 2002 la empresa quebró y, utilizando ayudas públicas del estado federal de Brandeburgo, la inversora malaya Tanjong construyó en el interior un parque acuático climatizado, el Aerium, con ajardinamientos, piscinas y restaurantes que cada día visitan unas seis mil personas.
Ahí tenemos un ejemplo.

Hay pues que hacer lo que hacen los demás: primero proteger, después planificar y finalmente generar actividad económica buscando y potenciando las iniciativas en ese sentido.

El primero de los pasos habrá de ser ,en consecuencia, adelantarse a una Xunta de Galicia -que con toda seguridad estará enormemente influida por Endesa y se opondrá- declarando el inicio de un plan especial en toda el área que impida durante dos años cualquier amenaza ,tanto a Chimenea como al Parque de Carbones, y nos permita organizar los usos de todo el entorno ,incluido el Lago, y también ganar tiempo para la búsqueda de inversores entre los que habrá de estar el Estado ,con sus fondos de transición, y también la propia Xunta.
Y eso lo tienes que liderar tú Valentín desde una posición de fuerza -la que te da la razón y el representarnos a todos-porque te corresponde hacerlo y porque fuiste tú, y únicamente tú, quien, irresponsablemente y con extraordinaria urgencia, concediste la licencia para destruirlo todo. Industria e infraestructuras industriales.

Ya veremos lo que da de sí el futuro, pero hoy el fenómeno actual de As Pontes me recuerda lo que me contaba un ingeniero burgalés que, desplazado a Indonesia para construir una planta de reciclaje, visitó, durante los dos años de construcción, la zona de Nueva Guinea recorriendo pequeños pueblos en los que pudo observar, especialmente cuando visitaba los mercados, gran cantidad de ancianas que tenían amputadas total o parcialmente las falanges de uno o varios dedos de las manos. No podía ser casualidad. Y no lo era.

Pertenecían a la tribu de los Dani una tribu que hasta mediados del siglo veinte habían mantenido la costumbre de cortarse las falanges distales y mediales de los dedos de la mano-especialmente a las mujeres y las niñas- a la muerte de un ser querido arrojándolas en el entierro junto al difunto envueltas en hojas de una planta aromática llamada “betel” como muestra de dolor.

Aquí en As Pontes, efectivamente, ha muerto Endesa. Valentín, está claro que no tiene intención de amputarse ningún dedo- cuando menos de los suyos-pero permitir tras ese inesperado e innecesario final que se destruyan la Chimenea y el Parque de Carbones sería tanto como admitir como pueblo nuestra propia mutilación.

Y es que no somos los Dani, pero sí nos consideran algo indígenas.