Después de que Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica agitase el avispero, el asunto de la permanencia o traslado de Ence vive la enésima actualización. Aunque sea con los mismos mimbres que hace tres meses, cinco años o hasta cinco lustros, como enseguida veremos.

El Gobierno de España sigue instalado en el síndrome de Penélope. Tejiendo y destejiendo. Constituye una mesa de negociación que después de tres reuniones aparenta que está en parada cardiorrespiratoria. Si no está muerta, lo parece.

El Gobierno también anunció un estudio de alternativas de ubicación a cargo de expertos universitarios que todavía no ha empezado a elaborarse porque ni siquiera se ha adjudicado por dificultades burocráticas. Y mientras, la señora ministra de Transición Ecológica se adelanta a cualquier posible conclusión que pudiera salir de ese pretendido estudio de alternativas.

La ministra revolvió el patio. Teresa Ribera vino a reclamar en sus declaraciones públicas con motivo de su reciente visita del 12 de enero a la ría de O Burgo, «colaboración tanto a la Xunta como de los ayuntamientos que se presenten voluntarios a acoger a la fábrica», cuando le preguntaron por la patata caliente del asunto Ence.

Pero en realidad, la señora ministra vino a esquivar la opción de adscribir los terrenos de Lourizán, donde residencia la fábrica ,a la Autoridad Portuaria de Marín, como le pide reiteradamente la Xunta, y, en cambio, ya se postula a favor de As Pontes de García Rodríguez y de Cerceda como sedes alternativas.

Como, por cierto, le pasará a Pontevedra, al puerto de Marín y a numerosos proveedores y operadores del contorno, si al final el cierre de Ence es inevitable. Nos convertiríamos en un páramo industrial.

Quince años después

A Teresa Ribera le habrá parecido que era novedoso asumir en sus declaraciones públicas del pasado 12 de enero que As Pontes y Cerceda podrían ser emplazamientos alternativos para un traslado más fácil de la celulosa. Craso error. Remito a la ministra, a su staff y su gabinete de comunicación a que naveguen un poco en la red y hallarán que la supuesta novedad es, en realidad, un argumento Guadiana que se ha repetido cíclicamente desde hace tres lustros.

El bipartito apostaba por un traslado de la pastera bajo el lema «Ence si en Galicia, non na ría de Pontevedra». En paralelo, tres empresarios top del momento: Jacinto Rey (Construcciones San José) y los ya fallecidos Manuel Jove (Fadesa) y Epifanio Campo (Nueva Cerámica), crearon la compañía Inveravan que sumó como socio a la propia Ence con Juan Luis Arregui, a la cabeza, para presentarse al famoso concurso eólico.

Fondos de la UE

Quince años más tarde, la ministra Ribera pretende que un hipotético traslado de Ence se pudiera engrasar con los fondos Next Generation que la Unión Europea destina a reactivar actividades industriales en zonas calificadas como de «transición justa». Se entiende por tales tanto As Pontes como Cerceda, afectadas por el cierre de sus respectivas centrales térmicas.

Evidentemente todo es negociable. Y Colmenares y el accionariado de Ence pueden convenir con el Gobierno unas condiciones para el traslado de la fábrica si les subvencionan en una cuantía muy considerable. Me parece un imposible, pero quizás una sentencia judicial podría resultar muy convincente.

Porque sea como sea y pese a los políticos, seguimos anclados a lo que depare la Justicia. Después de los tres fallos de la Audiencia Nacional, ahora seguimos aguardando a que el Tribunal Supremo admita a trámite los recursos presentados por Ence y demás operadores afectados. Y si proceden los recursos, a que emita una sentencia en casación. Meses, muchos meses de espera, nos quedan todavía.

La Voz de Galicia