La madera tiene futuro, un futuro prometedor. Y no son solo palabras. Son también, y sobre todo, hechos. La realidad que se nos presenta delante nos hace ver un cambio de paradigma económico, industrial y de consumo, en el que la «vieja economía» basada en el aprovechamiento de las materias fósiles da paso a una nueva bioeconomía que tiene en el forestal su sector base. Debemos, como sociedad, aprovechar esta oportunidad, aunar esfuerzos, y hacer del monte gallego una referencia a nivel nacional y europeo en eficiencia y sostenibilidad.
Lo haremos a través de la multiplicidad de empresas y trabajadores que actualmente conforman el sector, y también a través de las nuevas inversiones que harán de la madera gallega pilar de la bioeconomía. Me refiero, en concreto, al reciente anuncio que ha realizado Ence sobre su posible inversión en una nueva bioplanta en As Pontes. Una instalación que no va a emplear madera como materia prima, evitando generar mayor tensión en el mercado de la madera, sino fibra recuperada (principalmente) y celulosa, iniciativa que está llamada a «cerrar el círculo» en Galicia; una esperada operación que supone una apuesta por la bioeconomía, por generar más sobre la base del gran valor que ya produce la empresa en Pontevedra y por el desarrollo de nuestro territorio.
Y lo hace Ence de la misma manera y a partir de la misma experiencia con la que gestiona sus actuales instalaciones: a través de la excelencia, aplicando las últimas tecnologías, y haciendo de la sostenibilidad su principal estrategia; impulsando la actividad de cientos de empresas y miles de personas en un territorio castigado que, hasta ahora, tenía pocas oportunidades de futuro sobre la mesa. Una gran noticia, sin duda, para las innumerables familias que, en nuestra tierra, viven a diario de la madera y de sus productos derivados.
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