Cuando se construyó, a mediados de los 70, la chimenea de la central eléctrica de carbón de Trbovlje, en Eslovenia, era simplemente eso: un colosal conducto de 360 metros diseñado para expulsar humo y hollín a suficiente altura como para que se alejase del valle. Hoy las cosas son bastante distintas y aquella enorme estructura ha pasado a convertirse en una atracción para turistas, un icono industrial… y la protagonista de una de las hazañas más delirantes de la escalada extrema.

Una chimenea XXL. Eso es lo que despunta desde hace varias décadas en el valle de Trbovlje, un territorio de la Baja Estiria, en pleno corazón de Eslovenia. Allí se construyó en su día una enorme chimenea de 360 metros de alto para alejar lo máximo posible los humos y el hollín generados por la central eléctrica a la que prestaba servicio. Que los ingenieros la construyeran tan alta no es casualidad, ni tampoco fruto de un capricho arquitectónico. El conducto relevó a otro que a pesar de medir alrededor de 70 metros demostró ser insuficiente para su propósito.

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…Y digna de un récord. Al menos de un récord europeo. La compañía eslovena IBE explica que en su día la chimenea de 360 m, levantada a mediados de los años 70, se convirtió en una de las más altas del mundo. Hoy las hay más altas, como la de Ekibastuz GRES-2, un titán de 420 m y 60.000 toneladas situado en Kazajstán, pero se sigue señalando la torre de Trbovlje como la más elevada de Europa.

Así la presenta la propia ciudad de Trbovlje, que presume de acoger «la chimenea más alta» del viejo continente y la promociona como un atractivo turístico. «Sigue en pie a día de hoy y representa uno de los monumentos más impresionantes de la era industrial de la región», destaca en su web junto a las pautas que deben seguir aquellos visitantes que quieran conocerla. Lo cierto es que desde los 70 la central ha experimentado cambios importantes, como detalla la compañía HSE-edT.

Algo más que fotos bonitas. Hay quien ha visto en la enorme torre eslovena algo más que un alarde de ingeniería o una gran estructura para tomar fotos con las que ganar «likes» en Instagram. Para Janja Garnbret y Domen Škofic es todo un reto deportivo, así que en 2020 reunieron una buena dosis de valor y se lanzaron a trepar por sus más de 350 metros de altura con ayuda de una cuerda.

A pesar de ser escaladores con experiencia, tardaron más de siete horas y media en llegar lo más alto. «Es lo más especial que he hecho en mi carrera, una mezcla de casi todo lo que he experimentado antes», confiesa Škofic a la cadena CNN.

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Un desafío de altura. Esas horas no fueron las únicas que Garnbret y Škofic dedicaron a coronar la chimenea. Antes la pareja había realizado un primer intento en el que invirtieron casi 12, aunque sin éxito. Pasados cuatro días de esa primera intentona volvieron al valle de Trbovlje. «Cuando pienso en retrospectiva, recuerdo lo incómodo que me sentí, cómo hacía calor, frío, viento… todo», añade Garnbret. Curiosamente lo que más les imponía era mirar hacia arriba, no hacia abajo.

La revista Wogu va más allá y señala que el recorrido, de 360 m, consta de 13 tramos y fue preparada por dos route setters con experiencia durante más de 20 días, período durante el que taladraron entre 4.000 y 5.000 huecos. La publicación señalaba en 2021 que aunque la central permanecía cerrada desde 2014, cuando Garnbret y Škofic terminaron su espectacular hazaña desmontaron la vía.

Una fama que crece. Aunque Garnbret y Škofic son expertos con experiencia reconocida, su hazaña, combinada con la espectacular estampa de la torre, no ha tardado en dar una fama sorprendente a Trbovlje. Su historia la ha compartido de hecho la web de RedBull, que la acompaña de textos, gráficos, fotos e incluso un documental fascinante sobre la chimenea y la escalada de Garnbret y Škofic. Incluso The Wall Street Journal ha escrito sobre su peculiar odisea.

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