Un año y medio después de que Endesa anunciase el cierre de su central térmica de As Pontes (La Coruña), el negocio alternativo que cobra más fuerza es la reconversión de la central de carbón en una macroincineradora de residuos orgánicos y/o de biomasa forestal.

Eso o el cierre definitivo de una de las centrales más contaminantes del continente, según un informe de Greenpeace. Sin embargo, ambas opciones podrían dejar fuera a As Pontes de recibir fondos para la Transición Justa, un plan para favorecer la necesaria transición de los combustibles fósiles a la energía sostenible.

Hace tan solo un año la Comisión Europea puso en marcha una propuesta de Mecanismo para una Transición Justa, destinado a prestar apoyo a los territorios que se enfrentaran a retos socioeconómicos graves relacionados con el proceso de transición a la neutralidad climática, pero con unas condiciones.

Transición Justa

El Fondo para la Transición Justa se financiará con 7.500 millones de euros a repartir en todas las comarcas europeas que han vivido del carbón hasta ahora y de la nuclear en los próximos años. Pero para recibir esa ayuda deben cumplir cuatro características fundamentales: debe estar impulsada a nivel local, incluir políticas de bienestar y trabajo específicas, formar parte de una estrategia a largo plazo en favor de la descarbonización y el desarrollo de las economías locales, y permitir evaluaciones y modificaciones periódicas.

Sin embargo, estas condiciones están lejos de cumplirse si finalmente la central térmica sustituye parte de la quema de carbón por la de los residuos orgánicos. El plan de Endesa es sustituir el 50% del carbón por residuos de depuradora, lodos, o vegetales, pero hay consecuencias medioambientales y la descarbonización sería cuestionable.

Eso supone, si se quiere sustituir la mitad de la generación de los 1.468 MW térmicos de la central, quemar al año 1,5 millones de toneladas de residuos orgánicos “como mínimo”, señalan fuentes del sector ecologista a Invertia. Y además, según los planes, se hará en combinación con la quema de carbón en un 50% cada uno. Eso significa que se debería de quemar cada día 411 toneladas de residuos. “En toda Galicia no se genera tanta cantidad, habría que traerlo desde diferentes puntos de la península, con el coste en transporte de camiones y emisiones de CO2”, explican.

También añaden que “transportar lodos con un 30% de humedad es un coste logístico sin sentido, aparte de destrozar las cintas transportadoras de los puntos de entrega”. Inicialmente se probó una mezcla de carbón al 70% y residuos orgánicos al 30%, que pasó del 60 al 40% y finalmente se igualaron.

“No es posible que sea sostenible quemar lodos y carbón”, continúan las fuentes, “sin olvidar que la incineración de lodos es lo último que permite la UE para tratar los residuos orgánicos”.

Gases contaminantes

Según la Ley 22/2011, de 28 de julio de residuos y suelos contaminados (LRSC), estos residuos no son considerados peligrosos, pero la obligación es asegurar su tratamiento adecuado por los gases contaminantes que puede generar.

Hay una jerarquía en la gestión de residuos. El primero prevención, después reutilización, reciclado, valorización energética y, por último, la incineración o depósito en vertedero.

Tiene sentido porque “los gases de salida de la caldera no pueden emitirse de manera directa a la atmósfera”, explica un informe de la Universidad de Santiago de Compostela. “Deben ser sometidos a sucesivos procesos de acondicionamiento con objeto de cumplir las normas legales relativas a la emisión de gases de combustión y generar el menor impacto ambiental”, añade.

“Como principales factores limitantes para el uso de residuos como combustibles auxiliares se encuentran el contenido de óxido de magnesio, azufre, cloro, fósforo y metales pesados”, apunta el informe.

Y por último, “los posibles inconvenientes medioambientales de la co-combustión de fangos en centrales de carbón son un aumento en las emisiones de NOx o SOx debido al incremento de N y S asociado a los fangos”.

Endesa, la más contaminante

En España, la compañía más contaminante es Endesa, que hasta mediados del año pasado contaba con 6 de las 16 centrales de nuestro país (contando con su participación en la térmica de Anllares).

La compañía ha realizado inversiones para adaptar sus centrales de As Pontes (A Coruña) y Litoral (Almería) a los límites marcados por la normativa europea, por lo que podría tenerlas abiertas al menos unos años más, algo incompatible con la lucha contra el cambio climático y que supone un problema de salud pública.

Si ahora sustituye el 50% de carbón por lodos no sería la mejor opción para descarbonizar su mix energético. “Y con las nuevas cifras de Green Deal, en 2025 no se podrán quemar lodos, y quién sabe, puede que ni gas, si se aumenta la ambición en la reducción de emisiones”, concluyen las fuentes.

“Si finalmente deciden apostar por este negocio, sus inversiones podrían terminar en una vía muerta, como hicieron con las inversiones para seguir quemando carbón más allá de 2020”.

Fuente El Español