Endesa obtuvo el pasado año un beneficio neto de 1.394 millones, ocho veces más que en el 2019 (171 millones), cuando el resultado se vio impactado por el adelanto del cierre de las centrales de carbón. Sin ese impacto, ganó 2.132 millones, un 36 % más, según informó la compañía a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

La empresa repartirá la totalidad de su beneficio ordinario neto entre sus accionistas, el principal, la eléctrica italiana Enel, con el 70 %.

Endesa prosiguió en el 2020 con su política de descarbonización, con los cierres de las plantas de Compostilla (León) y Andorra (Teruel), que supusieron la reducción de un 43 % de la potencia instalada (2.100 megavatios). La compañía prevé mantener esta tendencia a lo largo de este 2021 con la baja de otros 2.500 megavatios distribuidos entre As Pontes y Carboneras (Almería), lo que dejará operativos solo 200 en Baleares.

El carbón pierde todo el peso

Solamente el 1 % de los ingresos de Endesa vinieron de su negocio de generación de carbón, y la proporción de electricidad procedente de este combustible fósil fue del 2,5 %. Por su parte, el volumen de potencia instalada en fuentes renovables (hidráulica, solar y eólica) creció en 400 megavatios, hasta cerrar el año en 7.800.

El consejero delegado, José Bogas, destacó en el comunicado que la empresa ha superado el impacto del covid-19 y ha asumido el proceso de transición energética que «debe ser justa».