Puede parecer un absurdo, pero cada pueblo, además de sus costumbres y tradiciones, también tiene sus miedos o temores propios. Idiosincrasia, que le llaman. Por la mente de algunos vecinos de As Pontes ha pasado alguna vez la idea de cómo morir. No si de un infarto de miocardio, de forma natural o en un accidente… En charlas distendidas de bar con los colegas o en la sobremesa con la familia, esos pensamientSirena junto a Perfolla, en As Pontes. M.M.os sobre el óbito se han verbalizado más bien relacionándolos con las propias infraestructuras particulares de un municipio industrial.
La imponente chimenea de la central térmica, ese faro que guía la vuelta a casa, es también elemento central en esos intensos debates en los que cada uno tiene su particular visión. Y si se cae, ¿se romperá a la mitad? ¿Se hundirá como las torres gemelas? ¿O acabará rondando y destrozando todo a su paso?
Pero ese pirulí de 356 metros no es el único protagonista de esos intensos debates en los que cada uno tiene su propia visión. El pantano de A Ribeira consigue también contar con un buen número de vecinos preocupados por si la fuerza del agua provoca una hipotética rotura de la presa. Los de los poblados de A Fraga y O Barreiro son siempre los más negativos. Dudan de poder sobrevivir a la catástrofe. Salvo alguno de los que vive en el cuarto, que tira de la esperanza de no ver llegar la ola de agua a esa altura.
La presa de A Ribeira, cuya gestión depende de Endesa, es una de las menos problemáticas de Galicia, según los expertos, pero también se ha incluido en las pruebas que estos días está realizando la Xunta. En ellas, está poniendo a prueba las sirenas de aviso de emergencias asociadas a estas dotaciones, un total de 39 en toda Galicia. Unos dispositivos que en el caso de As Pontes se renovaron hace unos cuatro años y que han sonado con fuerza este jueves.
El objetivo de este ensayo es que la población reconozca el sonido que emitirían en caso de rotura de la presa las sirenas, ubicadas en hasta cuatro puntos de la localidad –en el propio pantano, cerca de la Plaza Carmarthen, en Perfolla y en el aparcamiento de la central–. Es un simple simulacro en el que las sirenas sonaron durante alrededor de cinco minutos, pero que de darse una emergencia podría salvar vidas.
Además, y aunque muchos lo desconocen, también podría emitirse ese mismo sonido como un toque de atención a la población para que se alejase del entorno del río, si se da el caso de que es necesario abrir las compuertas para aliviar el nivel del agua y que este no supere la presa.
Toda precaución es poca, pensarán los vecinos de A Fraga y O Barreiro, mientras los trabajadores del ciclo combinado o los viandantes que pasean a diario al pie de la central miran de reojo al gigante. El miedo es libre, dicen.
EL PROGRESO
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