O Xantar para un pontés es mucho más que la principal comida del día. Es sinónimo de un servicio entrañable y familiar, de abundancia en los platos y de calidad. Tanto la que tienen los productos que se sirven, como la de las personas que estuvieron en sus inicios y que están actualmente al frente de uno de los restaurantes más emblemáticos de la localidad.

Un negocio que este viernes festejará cuatro décadas de vida y de sabor con una celebración a la que seguro que se sumarán muchos de esos clientes fieles que llevan acudiendo desde sus inicios allá por 1982 a O Xantar.
En el encuentro podrán recordar anécdotas e infinidad de vivencias de la historia del establecimiento, que nació de la mano de Juan Sanmartín y Manuela Fontao Lola, que tras alquilar Casa Toñita en A Capela entre 1977 y 1978, decidieron montar su propio negocio.

«A idea inicial era abrir no Alto da Serra, na Capela, un restaurante para a celebración de vodas  nun local que tiña 300 metros cadrados», cuenta Juan, mientras Lola explica que fue expropiada por Endesa —su marido entró también a trabajar en la compañía— y acabaron asentándose en As Pontes.

«Lola seguía coa cousa de buscar un local para facer comidas e ao final falando cun veciño vendeunos este baixo por dous millóns e medio de pesetas», relata el hombre, quien recuerda que el constructor que les hizo la obra —conocido en como Ferrerías— no les cobró una vez finalizado el proyecto.

«Nos dijo que fuéramos trabajando y pagando poco a poco según íbamos pudiendo. De hecho, abrimos el negocio con la comunión de su hijo», rememora Lola con nostalgia, asegurando que un día después de la inauguración ya tenían el local «abarrotado».

Trabajaron un día tras otro, mucho tiempo sin descanso y sin festivos e ingeniándoselas casi sin medios. «Non tiñamos teléfono e tiña que recorrer o pobo en busca de cabinas para chamar aos que nos subministraban, entre eles un pescadeiro da Coruña», cuenta Juan, que cuando podía echaba una mano en el restaurante a Lola, la dueña y señora de la cocina.

De su mano salieron durante décadas decenas de fuentes con parrilladas de pescado, un plato tras otro de rape en salsa —una de las especialidades de la casa—, soperas con caldo gallego o brazos de gitano, uno de los postres que endulzan todavía hoy a los que se animan a ir por O Xantar.

En este restaurante pontés se celebraron comidas de empresas, bautizos, comuniones y hasta bodas. Y se sentaron en sus mesas a probar sus manjares desde el embajador de España en Estados Unidos, pasando por altos cargos de Endesa, Augusto César Lendoiro o Michel Barnier, excomisario europeo y exministro de Asuntos Exteriores de Francia.

NUEVOS TIEMPOS. En 2006, Nelson Ortiz se incorporó a la plantilla como camarero, aunque ya había trabajado desde 2002 en otro restaurante de As Pontes. «María Esther, la hermana de Juan, fue mi maestra», reconoce Nelson, que tuvo la oportunidad de quedarse al frente del negocio en noviembre de 2017 cuando llegó la merecida jubilación de Juan y Lola.

De los tiempos de bonanza que vinieron de la mano de la explosión industrial vivida en As Pontes a finales de los años 70, se pasó a épocas con más dificultades, que se acentuaron con la llegada inesperada de la pandemia.

«Pese a todo, el negocio sigue funcionando bien, la clientela es fiel y se mantiene», dice Nelson, quien indica que los platos estrella y el menú tampoco variaron con la marcha de sus primeros propietarios.

O Xantar, que actualmente abre de martes a domingo, tiene menú del día y un sinfín de productos de gran calidad en su carta. «La comida se puede comer aquí o llevar para casa y solo damos cena por encarga», explica el propietario del restaurante, cuyos platos se saborean a diario y también en épocas señaladas del calendario como las Navidades o las fiestas patronales.

«De un año para otro ya tenemos todo reservado», dice Nelson, que asegura que continúa recibiendo el apoyo de Juan y Lola, algo fundamental para que el negocio pueda continuar siendo un referente gastronómico y llegue a cumplir muchas décadas más.

EL PROGRESO