Bélgica ha decidido este viernes prolongar diez años la vida de dos de sus siete reactores nucleares (Doel 4 y Tihange 3), que generan la mitad de la electricidad del país y tenían previsto cerrar para 2025 pero que seguirán funcionando hasta 2035 ante la crisis de seguridad energética y de precios generada por la invasión de Rusia a Ucrania.

“El Gobierno federal ha decidido tomar las medidas necesarias para prolongar diez años la vida de los dos reactores nucleares más recientes”, ha anunciado en rueda de prensa el jefe del Ejecutivo, Alexander de Croo, tras un consejo de ministros celebrado este viernes para abordar el futuro energético del país. El político liberal ha añadido que el Gobierno de coalición acelerará “al mismo tiempo la transición hacia lo renovable, el mejor camino —dijo— hacia nuestra independencia energética”.

El anuncio, sin embargo, va acompañado por un plan de inversión de 1.160 millones de euros para acelerar la transición hacia la neutralidad climática. “Lo que hacemos es asegurar el presente e invertir en el futuro”, aseguró De Croo, quien señaló que el plan energético del Gobierno es “uno de los más verdes” de la UE, con inversiones en renovables por encima de la media comunitaria. El objetivo es cuadruplicar la energía eólica marina hasta los ocho gigavatios, fomentar la energía eólica terrestre gracias a una normativa más flexible en materia de aviación y defensa, incentivar más la renovación y la instalación de paneles solares gracias a una reducción del IVA, duplicar el transporte de mercancías por ferrocarril o suprimir progresivamente las calefacciones de gas y de fueloil.

El Gobierno belga presentó el pasado diciembre un plan con diferentes opciones sobre el futuro de la energía atómica, aunque se inclinó por la senda de mantener el cierre de las centrales en 2025, como prevé una ley de 2003, y sustituirlas por plantas de gas como transición hacia una matriz energética cada vez más renovable. No obstante, el Ejecutivo contemplaba dotarse en ese escenario de un “freno de emergencia” en caso de que la seguridad energética se viese comprometida.

A inicios de marzo, sin embargo, la persistente carestía de los productos energéticos y la incertidumbre añadida por la invasión de Rusia a Ucrania llevó al Ejecutivo de coalición (liberales, socialistas, ecologistas y democristianos) a inclinarse por prolongar la vida útil de las centrales. “La situación actual es muy diferente de cuando tomamos la decisión a finales de diciembre”, argumentó entonces De Croo, dos semanas antes de la fecha del 18 de marzo que el Gobierno se había fijado para hacer oficial la decisión sobre la energía atómica. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) aplaudió el cambio de discurso belga sobre las plantas nucleares, que suministran el 52% de la electricidad del país, según datos del operador local Elia de 2021.

Este mismo viernes, la compañía Elexys, con sede en Flandes (norte) y suministradora de gas y electricidad a empresas, anunció que cesa sus actividades en Valonia (sur) por la crisis de precios y el operador Fluvius denegó el acceso a la red de gas al proveedor AECO/Energie2030 al no poder hacer frente a sus obligaciones contractuales.

Con todo, falta por conocer la postura del operador de las centrales, que durante años había avisado de la necesidad de planificar la prolongación, de pretender ejecutarla. En este sentido, De Croo expresó su confianza en poder alcanzar un acuerdo con el grupo francés Engie. “Siempre hemos encontrado la manera de que nuestros intereses estén alineados. Aquí también llegaremos” a un acuerdo, dijo.

Bélgica cuenta con siete reactores nucleares repartidos en dos centrales, Tihange (suroeste) y Doel (noreste), con una potencia de 2.900 y 3.000 megavatios (MW). Los tres reactores de Tihange y los cuatro de Doel se construyeron entre 1975 y 1985 y tenían previsto ir cerrando entre 2022 y 2025. El dilatado debate nuclear belga ha estado alimentado por sobresaltos, como las microfisuras detectadas desde 2012 en edificios anexos a varios de sus reactores que obligaron a detener durante años parte de su generación y generaron inquietud social.

El consumo final de energía en Bélgica se ha mantenido estable en la última década en torno a los 465 teravatios hora al año, lo que supone un 29 % más que en 1990. En 2021, solo el 20,9% de la generación total bruta de electricidad provenía de fuentes renovables, especialmente eólica y biomasa.

El debate nuclear no se circunscribe a Bélgica, sino que se extiende al conjunto de la Unión Europea. Algunos países, con Francia a la cabeza, consideran esa fuente de generación sin emisiones de CO₂ aparejadas como una herramienta esencial para descarbonizar la economía. Otros, como Alemania, la consideran una fuente de energía con demasiados riesgos y problemas asociados a la radioactividad y los residuos.

 

El País