Un comentario sobre la extemporánea, infundada e injusta aprobación por el ayuntamiento de As Pontes el pasado 8 de mayo de una moción condenando a Israel por su actuación militar en Gaza.

 

Es curioso el ver cómo alguna gente cuando ocupa posiciones de alguna relevancia social adopta actitudes y posicionamientos que no se corresponden ni con el puesto que ocupa, ni con la propia cualificación profesional o conocimiento de los temas sobre los que toma decisiones.

Y la verdad es que esto ocurre en muchos casos, incluso en cargos tan poco significados como la presidencia de una comunidad de vecinos donde alguno, al ejercerla, se vuelve un gilipollas insoportable. Pero sin duda donde mejor se puede comprobar este fenómeno es en el ayuntamiento y particularmente en la actividad municipal.

Los concejales y el alcalde son en general gente normal en todos los ámbitos, tanto en lo intelectual como en lo político o económico, y no suelen salirse del papel y de la representación que ostentan, pero, en ocasiones, sentirse con algún poder, aunque este sea pequeño, transforma el comportamiento de las personas.

Y esa transformación del comportamiento en el caso de los representantes municipales suele producirse en dos direcciones la primera y más típica para perjudicar, aprovechándose de las circunstancias, a quien no le cae demasiado bien, piensa distinto o no le gusta su bigote. Dice el refranero español “alcalde nuevo cárceles llenas”. Yo lo viví con el BNG de Víctor Guerreiro. Al hombre, a quien su fracaso académico dejó seriamente acomplejado, no le salió bien, pero lo intentó utilizando el ayuntamiento no solo para molestar sino para aplastarme. El resultado, afortunadamente, está a la vista de todos.

Ya años antes, recién llegado de la universidad, recuerdo cuando por desobedecer al entonces alcalde Jaime Vilaboy-que no sé por qué razón me ordenaba comparecer en el ayuntamiento y suelo ser bastante perezoso para obedecer-me había puesto una multa de cincuenta mil pesetas multa que, sin tan siquiera haber transcurrido el plazo de diez días para su abono, pretendió cobrarme de inmediato enviándome a tal efecto a casa al recaudador municipal quien, acompañado por el alguacil, me embargó, haciendo el teatro con un decreto y un acta desde la puerta de entrada y en presencia de mi hijo más pequeño, dos sillas del recibidor que supongo estarán aún hoy en el inventario municipal de bienes y que espero que el Sr. Da Silva no las reclame en un pleno. Nunca se sabe.

Utilizar el ayuntamiento para joder al vecino es pues algo muy frecuente y conocido por todos desde siempre. Poner multas, abrir expedientes, mandar a los municipales a dar la lata, retrasar el pago de las facturas, ocultar documentos o pretender intimidar con actos administrativos lo hemos vivido todos. En mi caso fueron además numerosas querellas criminales adoptadas en pleno y publicadas -por encargo -en grandes titulares de La Voz.

La segunda de las direcciones en las que ese comportamiento alterado de los representantes públicos se manifiesta es sin duda la de la vanidad. Y la muestra más común de la misma se produce casi siempre en la lectura de mociones, normalmente enviadas desde los partidos y parlamentos, donde abundan las referencias legales y las frases enrevesadas y técnicas cuya lectura hace sentirse importantes a los concejales lectores. Se gustan cuando las leen.

Aunque tuvimos ejemplos en la actual corporación por parte del PSOE con el tema de la Agenda 2030 y alguno más, en mi experiencia municipal era el BNG el más dado a este tipo de escritos y su portavoz entonces Fermín Paz se enfadaba mucho conmigo cuando me descojonaba por tal actitud y le obligaba a repetir o matizar el número de algún artículo parodiando pedir aclaraciones sobre un texto legal que, por supuesto, yo desconocía por completo.

Otra de las muestras de esa vanidad era y sigue siendo la toma de decisiones sobre asuntos fuera del ámbito de su competencia y el alcance político e intelectual de los propios concejales. Recuerdo aquella ridícula condena del ayuntamiento de As Pontes en pleno a George Bush por la guerra de Irak del 2003. Un postureo político típico que sigue repitiéndose de cuando en cuando y en el que sin duda hay que inscribir la moción del PSOE aprobada en el pasado pleno de 8 de mayo sobre el conflicto de Israel en Gaza del que hoy quiero hablar.
En el pleno en cuestión la concejala del PSOE que, además de su papel de comisaria política y encargada de la censura en los medios locales de la radio y televisión, se ocupa también por lo que se ve de estos temas internacionales de alto vuelo denunció, con semblante severo, dolido y amenazante, entre otras cosas “la agresión israelí” el “Genocidio en directo” las “Infraestructuras civiles atacadas” y la “Brutal respuesta de Israel”. Realmente deben de ser muy malos los israelitas.

Pues bien, nunca hubiese tratado este tema de forma pública en As Pontes pues no me parece de nuestro interés cuando menos a nivel municipal. Pero si el ayuntamiento en pleno toma posición al respecto yo quiero públicamente decir que no me representa y expresar mi opinión consciente de que, aportando información veraz y opiniones fundadas, contribuiré sin duda a que muchos vecinos de la villa formen a su vez cabalmente su propio criterio.

Tengo amigos judíos y eso es en este caso una circunstancia que si bien limita mi objetividad aumenta no obstante la información disponible sobre el problema que hoy nos ocupa.
Con ellos -y con la kipá puesta-pude visitar la mayor sinagoga de la península en Oporto conociendo al tiempo el museo del pueblo judío y el del holocausto en esa misma ciudad. Asistí también a sus oraciones una mañana calurosa de verano en la más antigua de las sinagogas de Portugal, la de la villa de Castelo de Vide, y con alguno, al que me une una especial amistad, me introduje en el cementerio judío de Casabermeja de Málaga para depositar, como es la costumbre, una piedra en la tumba de su familia.

Supe del profundo amor a su patria que profesan y que implica una enseñanza militar para hombres y mujeres desde los primeros momentos de la formación escolar. Y también que los mejores estudiantes sean seleccionados para las fuerzas especiales de las FDI. Pertenecer a esas fuerzas especiales es para cualquier estudiante judío un gran honor.
Pero además de las razones afectivas que favorecen el propio conocimiento del pueblo judío leí con detenimiento la historia de Israel, especialmente la de las sucesivas guerras a las que fue sometido por los árabes desde 1948, y particularmente el libro “Oh Jerusalén” de Dominique Lapierre y Larry Collins que ilustra la incuestionable inteligencia y perseverancia de ese pueblo en la conquista de su libertad. En ese libro puede verse como ,tras la segunda guerra mundial, los judíos crearon en Estados Unidos e Italia varias empresas de desguace, una aerolínea y varios aeroclubs que permitieron dar cobertura a la compra de gran cantidad de armamento norteamericano -excedente del conflicto- aviones de transporte y también de caza que en los citados aeroclubs norteamericanos e italianos permitieron formar a los pilotos de combate que tres años después, en junio de 1948, defenderían al nuevo estado judío.

Pude también conocer como los ultraortodoxos se negaban a combatir en la creencia que la victoria se conseguiría tan solo con la oración y la forma en la que Ben Gurión los convenció de que rezaran únicamente los fines de semana y combatieran el resto de los días .Una situación excepcional recogida y ampliada por el presidente Menájem Begin quien en los años setenta mejoró aquel pacto original de Ben Gurión y que ,precisamente en estos días y con motivo de la guerra de Gaza, ha invalidado el Tribunal Supremo israelí obligando a todos los ultraortodoxos a combatir.

Creo pues que puedo opinar con más fundamento que la mayoría de los concejales que el día 8 de mayo en As Pontes pretendieron condenar en nombre de As Pontes con su moción a un pueblo culto e inteligente que lucha por su supervivencia, amparando por el contrario a quienes no son otra cosa que salvajes del siglo doce con armas del siglo veintiuno.

Es lo cierto que a nadie con un mínimo de sensibilidad puede serle indiferente la guerra en Gaza como en Ucrania o en cualquier otro lugar. Hay muerte, éxodo y destrucción como en todas las guerras. Y como en todas también, en esta sufren y mueren civiles. El problema básico de toda violencia-y las guerras son su máxima expresión-es el de quien la comienza pues frente a esa cuestión todas las demás son secundarias. Aunque sin duda puedan criticarse comportamientos concretos.

Los aliados, en febrero de 1945 y con el conflicto bélico prácticamente ya ganado, bombardearon la ciudad alemana de Dresde matando a unos treinta mil civiles. Los días seis y nueve de agosto de ese mismo año Estados Unidos bombardeó a su vez las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki-sin instalaciones militares significativas en ninguna de ellas- matando directamente a unas 120.000 personas e hiriendo a otras 130.000 muchas de las cuales morirían en los meses siguientes. Son sin duda acontecimientos dramáticos, pero ¿A alguien se le hubiese ocurrido hacer un manifiesto a favor del pueblo alemán o japonés en ese momento? Juzgar de excesiva la respuesta a una agresión desde el sofá nunca puede ser lo mismo que vivirla. El agresor tiene una responsabilidad en su acción distinta, y siempre mucho mayor, que la víctima en su respuesta.

No podemos olvidar pues que, en nuestro caso, todo comenzó con el salvaje ataque integrista a Israel -el único país democrático de la zona- con violaciones, ejecuciones y descuartizamientos de hombres mujeres y niños que tan solo paró por la respuesta inmediata de las FDI israelíes. Y los animales que hicieron eso no son soldados que combaten únicamente a los judíos con más o menos razones territoriales sino los mismos que hicieron también entre nosotros el atentado de Atocha, el de las Ramblas y multitud de actos similares por Europa y el mundo. Los que cuelgan a los homosexuales y esclavizan a las mujeres. De esos tipos estamos hablando.
Israel tiene el derecho a defenderse como lo hizo en todas las guerras anteriores- nunca provocadas por ellos- y necesariamente tiene que ganar, pues de cada victoria depende su supervivencia. Decía la que fuera primera ministra Golda Meir que “El pesimismo es un lujo que los judíos no nos podemos permitir”.
Pero es que además la actuación de las FDI israelíes resulta en este caso la más civilizada de un ejército que uno pueda imaginarse frente a un grupo terrorista que no solo inició la guerra con salvajadas, sino que la continua, no defendiendo a su pueblo, sino contribuyendo, con su forma de plantear batalla, a exterminarlo.

Porque ¿Que fuerzas armadas del mundo avisan previamente mediante octavillas, incluso SMS la zona a la que va a atacar? ¿Qué ejército lanza bombas de superficie tipo “roof knocking” sin efecto destructivo sobre las cubiertas de los edificios como última advertencia antes del ataque? .Y es que ,además, esta forma de combatir ya le ha costado al ejército israelí más de seiscientos muertos. Esa es la realidad que no se cuenta.

¿O alguien duda que Israel con la potencia de fuego de que dispone su ejército, si hubiese querido, no habría destruido totalmente Gaza en veinte días?

Es curioso además como las noticias que se difunden nunca hablan de combatientes muertos en Hamas. La realidad es que los terroristas retienen en los edificios a los civiles para forzar su muerte y luego publicitarla. Los muertos civiles son su único resultado en esta guerra. Afortunadamente para Occidente y desafortunadamente para el pueblo palestino.
Pude observar sobre cómo funciona esta estrategia en una grabación que me enviaron del 931º Batallón del IDF en Jabalia donde puede verse como los terroristas hacen salir a niños de edificaciones residenciales -donde se ocultan y desde los que disparan – para identificar a los tiradores de elite israelíes que los acechan. El resultado es en muchos casos la muerte de estos menores y en la grabación se escucha como el observador israelí que acompaña al francotirador advierte a este para que no dispare con el grito “yeladin” que es niño en hebreo. Está claro pues quiénes son aquí los criminales y los genocidas. Y no precisamente el pueblo de Israel.

Defender pues a Israel es estar con Europa, con la civilización judeocristiana y grecolatina, con el espacio de mayor cultura, derechos y libertades que nunca alumbró la humanidad y con el país pequeño pero valiente que, defendiéndose, nos defiende a todos.

Por eso, y, para terminar, voy a recordar una frase que hoy hago mía, que tiene más de dos mil años y cantan con las manos entrelazadas aún hoy los soldados judíos antes de entrar en combate, y que hace referencia a que todos los enemigos del pueblo hebreo perecen: “El pueblo de Israel vive”.

AM ISRAEL CHAI

 

Por Aquilino Meizoso Carballo