Después del inicio de los que se presentaban como los felices 20 con una pandemia mundial que lo eclipsó todo, quedan por tachar los últimos días para saludar a 2022, un año que arranca con mucha incertidumbre en lo sanitario —nuevas variantes, nuevas dudas, nuevos casos de covid-19,  más vacunas— y grandes incógnitas en lo económico.

En las comarcas de Terra Chá, Meira y el concello de As Pontes la mirada de algunos está fija en el cielo, mientras los pies de todos se aferran a una tierra que busca reforzar servicios, ampliar polígonos industriales y crear nuevas infraestructuras, como residencias o reclamos turísticos, para fijar población y atraer a visitantes.
Entre las nubes, este 2021 se despide con los que casi con toda seguridad serán los últimos humos de la chimenea de la central térmica de As Pontes. Como en un deja vu los camiones volvieron a trasladar por carretera carbón desde el puerto de Ferrol para dar de comer al gigante pontés y Endesa tuvo que traer de vuelta a personal que ya había trasladado. Pero aunque desde sindicatos y comité de crisis se exige una continuidad en la producción de la central mientras no exista una alternativa energética real, para muchos estos últimos días fueron algo así como un simple juego de ilusionismo porque el final no cambia.

Endesa habló claro: el proceso de cierre de la central térmica continúa adelante —está a la espera de la autorización final del Gobierno—. Y no hay marcha atrás. La eléctrica tiene claro que el camino es la descarbonización y llegar a las cero emisiones —abandonarán el negocio del gas, lo que implica el cierre del ciclo combinado, en el horizonte de 2040—.

Es el momento de otras energías, pero pese a que se anunciaron varios proyectos, incluidos dos centrales de hidrógeno verde para el municipio —uno de Endesa y otro de Reganosa— no hay nada comprometido y todo depende de fondos europeos. Igual que otras iniciativas que están sin concretar —está pendiente el plan Futur-E de Endesa y los parques eólicos anunciados—.

Hasta ahora el Gobierno central aseguró un plan formativo para las zonas afectadas por el cierre de térmicas y avanzó ayudas a las que se podrá optar. Galicia tiene asignados 111 millones de euros de los fondos Next Generation europeos y a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que también financia Europa, se habilitarán otros 100 millones para toda España.

Polo de Rozas. AEP.

Las macrocifras para el futuro también suenan en el polo aeroespacial de Galicia, cuyo epicentro, en el aérdromo de Rozas, en Castro de Rei, alza el vuelo a la conquista internacional del sector de los drones. El cielo abre una posibilidad de futuro que se empieza a palpar, con proyectos concretos y drones con aplicaciones que ya no parecen ciencia ficción.

Este año se crearon en el parque empresarial de Rozas los primeros hangares, de la mano de Indra y de Babcock, las socias de la Xunta de Galicia en la Civil UAVs Initiative, y se prevé que sea imán para otras muchas. En la actualidad trabajan en el aeródromo, a mayores de la gente del Centro de Investigación Aeroportada (Ciar) del Inta, más de 30 personas y el objetivo es en unos años poder empezar a fabricar drones desde Castro de Rei para comercializarlos.

Hasta ahora, la Civil UAVs Initiative movilizó una inversión público-privado de 164 millones de euros —la Xunta espera alcanzar los 540 millones si recibe fondos Next Generation— y se desarrollaron 59 proyectos de I+D, con la participación de más de 50 empresas y centros de conocimiento y la intervención de 937 profesionales que crearon o aceleraron 24 nuevas empresas.

De cara al futuro, diez empresas optan a ser las nuevas socias de la Xunta en un proyecto estratégico. Es una de las 30 actuaciones de la nueva estrategia 2021-2025 del polo aeroespacial de Galicia, que cuenta con un presupuesto de 40 millones de euros y la previsión de firmar entre cuatro y ocho acuerdos de asociación con empresas tractoras para desarrollar alrededor de 80 proyectos de I+D.

Otros proyectos. En un plano más terrenal, lejos del humo y de los drones, los concellos se marcan retos con menos ceros pero igual de importantes para el futuro como ampliar polígonos industriales o mejorar los servicios.

Continúa la apuesta por abrir residencias de mayores —está pendiente la de la Casa da Botica, en Guitiriz, tras el desplome del inmueble y el cambio del proyecto original, y arrancarán pronto las obras en Abadín en las instalaciones del antiguo colegio— y la de mejorar infraestructuras viales. 

Queda poco para rematar la carretera que une As Pontes y Momán y empezaron las obras en la Cabreiros-Momán, también en Xermade. Además se construirá un área de servicio en la A-8 en Vilalba, donde el plan de movilidad determinará el futuro de la ordenación del tráfico en el casco urbano y, en concreto, en la Rúa da Pravia, cuya unidireccionalidad levantó la polémica.

Otro capítulo para las grandes inversiones seguirán siendo los alumbrados públicos, con programas de ahorro y eficiencia energética en muchos concellos, y el agua. La Confederación Hidrográfica Miño-Sil destinará 3,2 millones de euros al ciclo del agua en la capital chairega, se ejecutarán mejoras por casi un millóns de euros en la depuradora de Castro de Rei o nuevas actuaciones de mejora en la de Guitiriz.

Pero hay otros proyectos concretos, como seguir impulsando la innovación y la investigación desde el centro de recría de la Granxa Gayoso en Castro, continuar la nueva macroárea deportiva de Pol para convertirla en un referente en la provincia, poner en marcha la cooperativa pública TerrEo, en Ribeira de Piquín, para impulsar los recursos propios, avanzar en las obras del nuevo parque acuático del área recreativa de A Magdalena —el proyecto, con tres piscinas, cuenta con un presupuesto de 850.000 euros sufragados por la Diputación de Lugo y el Concello vilalbés—, construir el nuevo auditorio y el conservatorio de Baamonde —la inversión para el antiguo colegio, que será financiada mayoritariamente por la Xunta, ronda el millón de euros— o la posible compra por parte del Concello pontés del colegio Pardo Bazán y otro inmueble en A Vila para impulsar nuevos espacios.

A nivel cultural, podría ser el año en el que la Torre de Caldaloba pase a ser al fin un bien municipal, con un proyecto para acercar al visitante y garantizar el futuro de un símbolo histórico, y también el año en el que se abran nuevos espacios al visitante, como las nuevas exposiciones previstas en el CIN de Bretoña, la inauguración de un centro de interpretación en el alto Miño, en Fonmiñá, en A Pastoriza, o el que se estrene una nueva senda fluvial hasta el Pedregal de Irimia, en Meira. Posiblemente la Senda da Memoria de As Pontes bordeará al fin todo el perímetro del lago —solo falta la apertura de un tramo—.

Caldaloba. C.ARIAS

El Progreso